Una valoración de empresas puede realizarse en múltiples ocasiones, principalmente cuando existen cambios en el accionariado. También es conveniente que de forma periódica se realice una valoración de la compañía para analizar la evolución del valor real de su empresa tanto de tangibles como intangibles.
Las normas internacionales de valoración definen un intangible como un “activo no monetario que se manifiesta por su valor económico. No posee apariencia física, pero concede derechos y beneficios económicos a su titular”. Se trata por tanto de un activo que es susceptible de ser separado o escindido de la entidad empresarial y vendido, transferido, explotado, arrendado o intercambiado de forma individual o con un activo, una obligación o un contrato relacionado. Los intangibles no indentificables que surgen de derechos contractuales o legales que pueden o no ser escindidos de la entidad, u otros derechos y otras obligaciones, se denominan generalmente “fondo de comercio”.
Un importante intangible es el fondo de comercio, se define como “cualquier beneficio económico futuro que surge de un negocio, de un interés inherente a un negocio o de la utilización de un grupo de activos que no admiten división (goodwill, en inglés)”.
Ejemplos de fondo de comercio son las economías de escala que de otro modo no se reflejarían en los valores de otros activos, las oportunidades de crecimiento, tales como la incursión en otros mercados y el capital organizativo, por ejemplo, los beneficios obtenidos a partir de una red montada.
No obstante, existen otros casos en los que realizar una valoración de empresas puede ser útil: